Condenada a ser carne de cañón — Capítulo 19

Cautivadora apariencia

A Bai no le podía importar menos lo que otras personas pensaran de ella, así que se apresuró en vestirse.

—Madre Ye, ¿no cree que será mejor si le entrego mi regalo personalmente al príncipe?

—¡Claro que sí! Es más, hoy tiene la agenda bastante libre de modo que debería estar en el Jardín Fragante—. Ye tenía la esperanza de que su ama completara la tarea por su cuenta sin problemas. Aunque, bueno con su cautivadora sonrisa, ¿qué hombre se le resistiría?

Xiangxiu estaba muy entusiasmada, no iba a desperdiciar esa oportunidad; tenía que hacer que el personaje secundario la recordara. Apretó los puños decidida, y fue a por los regalos.

Si seguía tan pasiva como hasta el momento no sería capaz de captar la atención de Song, y lo necesitaba para evadir su propia muerte. No había nada que temer con ese hombre, en la novela estaba claramente descrito su carácter y personalidad. Tenía su regalo preparado también, envuelto en una tela distinta a la del saquito perfumado, salió decidida y preparada seguida de Xiao Shi.

Xiangxiu siempre fue un tanto pasiva y despistada en temas del corazón. Cuando era estudiante hubo un compañero que la seguía a todas partes, pero para cuando entendió sus sentimientos el hombre ya estaba casado y tenía hijos. Era muy tímida y no se atrevía a dar el primer paso, pero en este caso no tenía más opción si quería sobrevivir a la trama.

❀ ◦ ❀ ◦ ❀

Los paisajes en el complejo del príncipe parecían volverse más bellos cada día y, aunque los árboles ya comenzaban a tintarse de amarillo, seguía habiendo cierta belleza en ese desolado paisaje. Pero Bai no prestaba atención a sus alrededores, puesto que buscaba con emoción y alegría el camino hacia el Jardín fragante

El jardín estaba situado por encima de un lago artificial, con varias fuentes y rocas de diversas formas. Parecía extremadamente grande, sumergido en una belleza antigua y grandilocuente. Las coplas de la entrada estaban escritas con una caligrafía audaz que se elevaba cual dragón y danzaba con la elegancia del ave fénix. Era agradable de contemplar.

A pesar de que el príncipe Li fuera un general, también era un ávido lector con un gusto extraordinario. Le admiró en la distancia; a pesar de ser un asesino, seguía siendo el protagonista, y tenía sus puntos fuertes. 

—Señorita Xiu—. Un paje la detuvo—. ¿Podría preguntarle qué la trae por aquí?

—Me gustaría tratar un asunto con el príncipe. Por casualidad, ¿tendría su alteza un momento?— No tenía ni la más remota idea de cómo tenía que pedir audiencia a un hombre, así que fue directa, como si no estuviera en otra época. 

«Esta señorita Xiu es un tanto, ¿directa?» El pobre paje se sobresaltó por su forma de hablar, pero sabía que, a diferencia de las otras tres mujeres, en esta su amo tenía interés, así que le respondió con suma cortesía. 

   —Espere aquí, por favor, le preguntaré a su alteza—. Dio media vuelta y se fue.

En ese momento, el príncipe Li estaba junto a su buen amigo tomando té adentrados en el jardín y, como tampoco tenían nada mejor que hacer, comenzaron a analizar la situación actual de la corte, ya que era el círculo en el que ambos estaban involucrados.

—Alteza—. Nada más entrar, el sirviente le dirigió la palabra—. La señorita Xiu pide una audiencia con usted.

Long Heng alzó una ceja, pero por alguna razón sintió una inmensa alegría. Las señoras de los jardines de primavera, verano y otoño venían a buscarlo al menos una vez al día, y no dejaban de mandarle sopas o simple agua, solo para ganarse su favor. Esa era la primera vez que el ama del Jardín Invernal venía a buscarlo.

—¿No ves que tu príncipe tiene un invitado? Haz que espere—. Por más que quisiera verla, tenía que mantener su imagen. 

El paje, sorprendido, se quedó congelado por unos segundos, sin saber cómo reaccionar. ¿No debería haber dicho que vuelva? Si la hace esperar, ¿será que quiere verla? Al parecer, realmente trataba de forma distinta a la señorita Xiu en comparación con las otras concubinas. Cuando recuperó sus sentidos, fue directo hacia donde estaba Bai para compartir su respuesta.

Obviamente, Song Jiaoyue también notó el interés de su amigo, al fin y al cabo ¿a qué hombre no le gustaban las mujeres bellas? Aunque, ver como trataba de actuar indiferente le parecía demasiado entretenido.

—¿Por qué no jugamos una partida de ajedrez?—preguntó, tomando otro sorbo de té.

Long levantó la cabeza para mirarlo. Tenía los ojos entrecerrados, llenos de pasión y  más cautivadores que nunca. Nació con un rostro bello, pero frío y, sin embargo, sus ojos eran seductores. Se veía más bello que cualquier mujer en ese instante. 

Song Jiaoyue amaba las cosas bonitas y, a pesar de que admiraba los ojos de su amigo e, incluso, los dibujaba a menudo en los rostros de las bellezas que pintaba, jamás se atrevería a confesarlo. Pues lo más probable sería que le apuñalara si lo hacía. Sólo un ciego pasaría por alto la ternura que brillaba en su mirada, pedirle retrasar más su encuentro con la joven lo estaba poniendo en un aprieto. 

—Olvidémoslo—dijo en cuanto vio que regresaba su expresión fría—. Me temo que si impido ahora que la veas, no volveremos a hablar como amigos—. Se levantó y sonrió gentilmente haciendo que Long, cuyos sentimientos fueron expuestos, fuera incapaz de responder. Por suerte se entendieron el uno al otro y se despidieron antes de separarse.

Bai estaba fuera, esperando ansiosa por ver al personaje secundario, pero el paje la hizo esperar y, justo cuando estaba perdiendo la esperanza, lo vio acercarse. Puede que se hayan visto el uno al otro, pero ¿y qué? ¿qué puede hacer una simple mirada? No, no podía permitir que se fuera así, sin más. 

—Señorita Xiu, su alteza la invita a entrar—. En el momento que el paje habló, toda la inteligencia de Bai pareció haber desaparecido, así que no pudo pensar en otra cosa que no fuera caer accidentalmente habiendo dado sólo unos pasos.

Obviamente no sería bueno que una belleza se cayera, así que Song se apresuró hacia ella para impedir el accidente y, cuando lo hizo, sintió un dolor punzante en la palma, como si le hubieran colocado algo allí. Justo cuando pensó que era extraño, la muchacha se levantó, lo miró una vez más con su mirada cristalina, y se alejó.

Esa mirada aceleró su corazón; aunque en casa tuviera a varias mujeres, ninguna se podía comparar en belleza a ella, pero no era solo eso. A su alrededor tenía un aura especial, parecía una mujer delicada, pero su ingenio podía cautivar a cualquier hombre. Pero, ¿qué es lo que acababa de pasar?

Cuando se alejó un poco, le lanzó una mirada a la palma de su mano y se quedó allí, parado, observando lo que le había dado. La ira se apoderó de él; ¿cómo podría permitir que la mujer de su mejor amigo se fijara en él? iba a exponerla, pero dudó. Hizo un movimiento con las manos, al tiempo que murmuraba un par de palabras.

—Sería negligente causar problemas—. Abrió su mano, justo delante de Bai, y dejó caer trozos de tela quemada y unas pequeñas volutas de humo.

Los presentes lo miraban confundidos; nadie estaba seguro de a quién iban dirigidas esas palabras. 

«Eso. Ese ¡Tiene que ser su poder interior!» En la historia se había mencionado que el personaje secundario era un experto, pero que aún así, su poder no se podía comparar con el que albergaba el protagonista. Realmente destruyó el regalo sin pestañear y, esas últimas palabras, ¡iban dirigidas a ella! 

Bai se quedó boquiabierta; no dijo nada sobre el regalo, pero lo destruyó sin siquiera abrirlo. Por lo visto, eso de mandar regalos no iba a funcionar. Xiangxiu tenía tanto miedo que se fue corriendo hacia el Jardín Fragante, con su corazón latiendo como loco. ¿Realmente estaba bien que fracasara en seducir a ese hombre e, incluso, hiciera que la odiase?

Agotada, fue directa hacia el protagonista. El estudio del jardín resultaba muy lujoso y, aunque hacía poco que lo habían renovado, seguía decorado al estilo antiguo.

—¿Qué ocurre?— Ni siquiera levantó su cabeza. Estaba sentado ante el escritorio, leyendo un libro con expresión seria.

Bai Xiangxiu no tenía una razón en especial para reunirse con él, de hecho, seguía recuperándose de la impresión de lo ocurrido con Song. Así que sin decir nada, sacó la bolsita fragante de sus mangas, y la colocó sobre la mesa. Pero al fijarse mejor, esa bolsita no era la que esperaba. En realidad era la tela con la que solía envolver los marcadores. «¡Maldita sea!» Estaba a punto de golpearse la cabeza contra la mesa; ¡Había entregado el regalo equivocado! «¡Que alguien, por favor, me diga cómo arreglar esto! ¡Espero online! ¡Dense mucha, mucha prisa!»

[simple_tooltipcontent=’Traducción: Nebbia Edición: Naiarah’]*Créditos*[/simple_tooltip]

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