La encantadora sonrisa de Weiwei — Capítulo 11

El video

Y de no empezar Rayo a escribirle, probablemente estaría ahí, de pie, hasta el fin de los tiempos. O, al menos, hasta que apaguen las luces en la residencia.

[La diosa del rayo]: Weiwei, ¡mándame el vídeo, mándame el vídeo, mándame el vídeo!

[Junco humilde]: ¿Qué vídeo?

[La diosa del rayo]: ¡El vídeo de esa batalla! esa en la que tu venerable esposo ha derrotado a Agua sin mayor esfuerzo. Había comprado el billete para verlo, pero estaba prohibido grabar lo que ocurría.

Weiwei se quedó perpleja.

—Mí Nai He es un hombre gentil…— cuando escribió la oración se quedó paralizada. ¿¡Mí!? ¿acaba de escribir mí Nai He?

No tardó en culpar al Tipo del monte y compañía por eso; siempre estaban bromeando con cosas como “nuestra cuñada” o “tu Nai He”. Weiwei seleccionó todo el texto y lo borró, en vez de eso escribió otra cosa.

[Junco humilde]: ¿Compraste billetes? ¿en serio?

Cualquiera podía contemplar cualquier duelo pagando, era una de las dantescas características del juego. Cuando comprabas la entrada, tenías que entrar por una puerta determinada en el palacio que te transportaba directamente al lugar. Obviamente, cuanto más nivel tenían los duelistas, más costaba la entrada. También resulta obvio que no todo duelo atraía público.

[La diosa del rayo]: Agua perdió vergonzosamente, así que no lo colgará ni de broma. Pero el tuyo lo habrá grabado, ¿verdad?

[Junco humilde]: …No ha grabado nada.

No se lo había preguntado, simplemente lo conocía. ¿Por qué se molestaría en grabar una tontería como esa?

[La diosa del rayo]: Ayy, ¡y yo estaba tan nerviosa que ni siquiera hice capturas de pantalla! ¿por qué el mundo es tan cruel? encima que he tardado y no llegué para cuando empezó 🙁 Solo llegué cuando el sistema ya había anunciado el comienzo del duelo. Ni siquiera vi ese encuentro del que todos hablan. Aaaagh, qué pena.

[Junco humilde]: ¡Venga ya! Piénsalo bien, yo estoy peor que tú: soy aquella doncella por la que tuvo lugar el duelo del que todos hablan y no vi absolutamente nada.

[La diosa del rayo]: xDDD Me has tranquilizado. Tengo la captura de cuando lo anunciaron, ¿lo quieres?

[Junco humilde]: Sí, venga.

Le dio su correo electrónico y en cuestión de segundos recibió un mensaje con un único archivo adjunto. Era una imagen y en esta el mensaje del sistema que anunciaba el duelo.

Weiwei aumentó la imagen. Primero había un mensaje oficial del reto y luego, cada cinco minutos, se informaba de la respuesta.

[Sistema]: La sonrisa Nai He reta a El agua real es inodora a un duelo a muerte en el Acantilado Prohibido.

[Sistema]: El agua real es inodora se ha negado a combatir.

[Sistema]: El agua real es inodora se ha negado a combatir.

Cinco líneas después:

[Sistema]: El agua real es inodora ha aceptado el reto.

[Sistema]: El duelo de La sonrisa Nai He y El agua real es inodora tendrá lugar en el Acantilado prohibido, a las 20:00.

No era más que un par de oraciones, frías y secas, pero no dejaba de releerlo una y otra vez, y mientras lo hacía, se ponía nerviosa.

No pudo contenerse y miró al músico que estaba a su lado, con cierta duda le escribió, temiendo estropear la atmósfera.

—Grandmaster… ¿te apetece ir conmigo a la arena? Con los animales. Solo para un único combate.

Pero no la entendió, simplemente habrá pensado que se aburre, así que le dio de nuevo a “crear equipo” y dijo:

—Vamos, los nuestros están con un jefe.

—¿Con quién?

—Men Dun Xing. El tipo del monte nos llama.

Los chicos han tenido muchísima suerte; estaban ahí, meditando tranquilamente sentados en la hierba, cuando apareció el ladrón junto a todo lo que ha robado.

Cuando Weiwei y Nai He volvieron a los Montes Verdes, la batalla estaba en su clímax. Nai He comenzó a participar de inmediato, curando a todos, Weiwei, sin embargo, con cierta vacilación se apartó y no entró en combate.

—¡Cuñada!—Gritó El tipo del monte,—¿Seguirás ahí mirando como morimos o te dignarás a ayudarnos?

Sabía a la perfección que, como mínimo tres de los aquí presentes eran capaces de matar a ese jefe aún estando solos. El tipo la llamaba con un único fin: para que ella también gane experiencia. La joven mandó una carita y escribió:

—Luchad. Si me uno yo solo se volverá más fuerte.

Por cierto, esa era otra de las carateristicas curiosas de Men Dung Xin, si lo atacaban solo mujeres disminuía la fuerza de ataque la mitad, porque era un caballero. Por eso pudo vencerlo esa vez, no por otra cosa. Pero si en el grupo había tanto hombres como mujeres, empezaba a “tener celos” y aumentaba su ataque un 50%. Luchaba normal solo si en el grupo había hombres.

El equipo del Tipo era puramente masculino, así que jamás sufrió eso. Por eso la curiosidad ganó la precaución.

—Dicen por ahí,—Dijo El vino del mono,—que flirtea con las chicas. ¡Jamás lo había visto! Venga, únete. Todos queremos verlo.

Aquí es cuando a Weiwei le pudo la curiosidad, aceptó la petición de unirse al grupo y entró en combate. Tal y como era de esperar, los ataques del jefe se han vuelto mucho más fuertes, además acabó con un aura llamado “La llama de los celos”. ese fuego quemó a todos los del grupo y les quitó bastante vida a todos.

Entre tanto, encima de Men Dung Xin apareció un texto:

—¡Bella dama! ¿Qué es lo que hace que prefieras viajar, antes que quedarte en tu hogar? Antes que seguir  bailando con la espada en tierras salvajes, ven conmigo. No te arrepentirás. 

—¡Hositias!—se sorprendió Vino,—¡Así que los rumores eran ciertos!

—¿Cómo se atreve a tirarle los tejos a nuestra cuñada?—se quejó el Tipo.—Por algo así morir cien veces no se puede considerar ni un castigo.

Y después de eso, el pobre boss recibió una paliza cien veces peor que la que estaba recibiendo antes. Cuando Men Dung Xin cayó al suelo, vinieron unos guardias a recogerlo, dejando el joyero de la princesa y la recompensa. Vino miró, curioso, lo que había dentro y empezó a reírse como si no hubiera un mañana.

—¿Qué es? Si es equipo dáselo a la cuñada,—dijo El tipo del monte.

—Si se lo doy a ella,—comenzó Vino,—Nai He me matará.

—¿Qué es?—Preguntó el músico.

—Un pelo masculino.

—…—escribió Tipo.

—Pone que es el pelo del amante de la princesa. Sin atributos.

Todos quedaron paralizados, ninguno se esperaba tal timo.

[El tipo del monte]: Bueno, al meno sigue siendo mejor que el cuchillo de Duang Fan Bu Bai.

[El vino del mono]: Y que las telas con las que vendaron la pierna de la líder del clan Emei.

[Mozarta]: ¿Podría ser que salió eso por haber sido crueles con él?

[El vino del mono]: Cuñada, ¿te entristeció? —se había dado cuenta de que estaba callada todo este tiempo.

[Junco humilde]: No, no pasa nada. El sin fin de viajes por el mundo hizo que ya no me importe la fama o riqueza del mundo humano.

[Mozarta]: …

[El tipo del monte]: ¿Por qué me da la sensación haber oído eso antes?

[El vino del mono]: Ha sido un momento muy Nai He, ¿no creéis?

[Mozarta]: No, demasiado orgullo. El es orgulloso, pero su orgullo reside en la sangre, no en las palabras.

Nai He mandó un emoticono suspirando.

[La sonrisa Nai He]: Sois una mala influencia. Todo lo malo se pega. Después de esto, debo insistir en que no volváis a hablar con mi querida esposa.

[Junco humilde]: Cierto-cierto, es todo vuestra influencia. Por cierto, he estado pensando…

[Junco humilde]: También quiero hacer un vídeo.

[El vino del mono]: …

[Junco humilde]: Men Dung Xin me inspiró…

La historia a la que la inspiró el jefe era, obviamente, de ladrones.

Érase una vez, una ladrona llamada Junco humilde a la que temía todo el pueblo y La sonrisa Nai He, un débil músico. Una vez, el músico pasaba por los montes donde estaba la morada de Weiwei, ella lo vio y lo secuestró para casarse con él.

—Y no tengo ni idea de lo que pasará después. Es todo lo que se me ocurrió mientras luchábamos con el boss. Podemos hasta usar sus réplicas.

—¿Así que participamos en el concurso?—intentó aclarar Vino del mono.

—Sí, me pareció una idea divertida. Aunque, en realidad, simplemente dije lo primero que se me ocurríó.

—¿Esposo de una ladrona?—preguntó Nai He tras un breve silencio.

Weiwei pensó que lo ofendió y ya iba a echarse atrás cuando le hizo otra pregunta.

—¿Qué haré cuando me secuestres? ¿Estar acostado sin moverme mucho?

Por lo visto ha subestimado el hecho de que nada le puede sorprender. 

—Pues, básicamente sí,—dijo la joven. En realidad no lo sabía ni ella, porque estaba inventándose todo el guión a medida que hablaban.

—Hagámoslo. Los Montes Verdes son perfectos para eso. Aquí ocurrirá el secuestro.—Era tan claro y conciso tomando la iniciativa, que le dio la sensación de que la estaba obligando a secuestrarlo y, pocos segundos después, comenzó a darle órdenes,—bien, yo estaré ahí, al pie del monte. Tú sales a caballo del bosque. Cada uno graba todo desde su punto de vista, después hacemos el montaje y ya.

No pasó ni un minuto desde que Weiwei propuso toda esa farsa y ya estaba nerviosa.

—Eh, tú, director,—intervino El tipo del monte,—nosotros también queremos participar.

—Además,—dijo Vino,—¿Cómo te imaginas a la líder de una banda sin una banda? Seremos sus ayudantes.

—No hace falta,—dijo Weiwei.

—¿¡Por qué!?—gritó, apenado, El vino del mono.

—Sin una pandilla que me respalde me veré más guay.

—Vamos a ver, esperate un poco,—dijo Tipo,—tiene que haber peleas y acción. ¿Y si nosotros tres seremos los guardias de Nai He y, cuando tú vengas, nos vencerás antes de llevártelo? Será mucho más espectacular.

La propuesta fue bien recibida por todos y la aceptaron. O, mejor dicho, la aceptó Nai He. En este grupo todo se discutía y se decidía de un modo bastante efectivo. La única que se quedó perpleja fue Weiwei; los chicos lo planearon todo rápido y bien, sin siquiera preguntarle.

Al final, cuando Weiwei se fue a su punto de partida, acabó nerviosísima y, cuando Nai He llegó ahí al punto de secuestro, se puso aún más nerviosa, así que mientras se acercaba cabalgando todas las frases del pervertido Men se le fueron de la cabeza y sólo le quedaba era improvisar. Recordó una vieja canción y decidió adaptar la letra a la situación.

—Mi montaña, mi tierra. Aquí soy yo la que manda. Si queréis salir vivos de aquí, pagad con ese hombre de allí.

Se suponía que después de la réplica de Weiwei, El tipo del monte salía adelante, empezaba a discutir con ella y comenzaba la pelea. Pero su personaje estaba de pie, sin moverse ni decir nada.

Weiwei esperó unos segundos y le escribió.

—¡Tipo del monte! ¿dónde estás?

—Está bien,—dijo Vino del mono con toda la tranquilidad del mundo,—es que… ehm… se cayó de la silla.

*Créditos*

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