La encantadora sonrisa de Weiwei – Capítulo 3

Casémonos

La situación tenía difícil solución: huir sería innoble, pero si se quedaba seguirían cacareando sobre estropear la boda… «Creo que lo tengo» levantó su falda y se sentó en el suelo.

En el juego, los personajes podían sentarse de acuerdo a distintos propósitos: descansar, meditar, concentrar la energía mágica o, como hizo Weiwei, abrir una tienda ambulante y vender sus productos.

Cuando puso en la casilla del nombre «¡¡¡Medicina BARATA!!!» los que andaban cerca se rieron, de modo que lo ajustó: «Medicinas de un healer de máximo nivel! ¡Rebajadas al 20%! ¡No perdáis vuestra oportunidad!».

En cuanto le dió a Enter, la multitud se acercó.

Las medicinas de máximo nivel no se solían vender en tiendas y los monstruos las soltaban muy esporádicamente. Había muchísima demanda, pero muy poca oferta; aunque en su servidor hubiera varios healers de máximo nivel, no solían vender sus productos fuera de sus gremios, y si pasaba, los precios eran disparatados. Que ella las vendiera con un descuento del 20% era tan inusual, que se agotaron en muy poco tiempo.

Entre tanto, el palanquín nupcial siguiendo su camino dejó atrás el puente. Era en cierto modo gracioso, que mientras se acercaba le dió la sensación de que se movía a la velocidad de una tortuga coja, pero al alejarse desapareció de su vista como si nunca hubiera estado ahí.

Las píldoras también desaparecieron al momento y los jugadores al ver que ya no quedaba nada interesante, se alejaron y volvió a reinar el silencio.

Weiwei iba a irse, pero alguien la llamó desde el otro lado del puente.

—¡Junco Humilde! —Levantó la cabeza para ver quien era.

En la otra orilla crecía un sauce cuyas ramas jugueteaban con el viento y bajo éstas había un hombre vestido de blanco con un guqin¹ en brazos. Las mangas de sus ropajes se movían al ritmo de la brisa, dándole un aire delicado que destacaba su extraordinaria belleza.

Weiwei lo miró boquiabierta, pero su reacción no tenía nada que ver con su avatar. Lo que la sorprendió fue el nickname del jugador: La Sonrisa NaiHe². Se trataba nada más y nada menos que del grandmaster del servidor.

Esa posición no se obtenía fácilmente, no bastaba con ser el jugador de mayor rango, también debía tener el mejor equipamiento, una gran cantidad de victorias en la arena, muchas habilidades de alto nivel y, lo que era más importante aún, mucho dinero.

Así pues, cuando Junco vió por primera vez a Sonrisa, sus ojos cambiaron de forma a un corazón y una moneda.

«¡Es el grandmaster! ¡Guapo y encima rico!» pensó, y cruzó el puente sonriendo.

—¡Es un honor conocerlo, Grandmaster NaiHe! ¿Necesita algo?

—Sí. —Surgió una ventana emergente «La Sonrisa NaiHe te envió una solicitud de amistad». Weiwei no lo pensó dos veces antes de aceptar; era casi imposible entablar amistad con la mayoría de los jugadores del top, normalmente esa opción estaba bloqueada. A veces, cuando Weiwei agregaba a demasiados jugadores al mismo tiempo, también se bloqueaba.

—¿Qué opinas sobre la boda? —preguntó NaiHe, cuando aceptó la solicitud.

—Es una maravilla. —En realidad, la pregunta la entristeció. No esperaba que al Grandmaster le interesaran los rumores, y  respondió por pura cortesía.

—¿Tú también quieres una gran boda? —preguntó, dejándola un tanto confundida — Cásate conmigo.

En ese momento, Weiwei se alegró de no estar bebiendo, porque habría bañado de nuevo la pantalla del ordenador.  Se fijó en la taza de té a su lado y con cuidado la alejó antes de enfocar la vista de nuevo en el juego. NaiHe seguía bajo el sauce como siempre elegante y relajado.

Grandmaster… ¿Le hackearon la cuenta? —preguntó, pero por lo visto NaiHe no compartía su sentido de humor, por lo que le mandó un facepalm, seguido de otro mensaje.

—¿Acaso no lees las noticias del servidor? Pronto habrá un torneo entre parejas casadas en la arena.

—Deme un minuto, voy a ver… — entró a la web oficial del juego, y lo primero que vio fue el gran anuncio: “Torneo matrimonial”. Leyó por encima las especificaciones, pero concordaban con lo que decía NaiHe. La primera selección se hacía en su servidor, los tres primeros equipos recibían premios y la pareja más fuerte pasaba a la final, para competir con los vencedores de los otros servidores por el gran premio; uno tan grande que hasta ella, sin ser pobre, se emocionó.

—Así que, ¿quieres casarte conmigo por el torneo?

—Sí —contestó NaiHe.

—¿Por qué yo? —no pudo evitar la pregunta.

—Eres la única mujer en el Top 10 de gladiadores. — fue su respuesta, breve, concisa, aunque un tanto cortante, pero racional.

NaiHe estaba en primera posición en el ranking de gladiadores y en el de riquezas, y tanto su armamento como su mascota poseían el nivel más alto: «Dios». Si se aliaban, sus probabilidades de vencer, al menos en su servidor, eran cuantiosas. Sin embargo, la idea de casarse otra vez por un evento del juego, no la alegraba demasiado. Aunque debía ser realista, si no fuera por esos eventos ¿por qué se casaría con un desconocido? y el premio era tentador.

—Está bien, —apretó los dientes con fuerza y trató de animarse: «lo hecho, hecho está, ¿no?» — ¿visitamos a Yue Lao?

—¡Espera!

—¿Qué sucede? —«Oh, ¿acepté muy rápido?» pensó, pero el problema era otro.

—Tengo que prepararlo todo. Lo haremos en tres días, a las ocho de la tarde.

—Preparar… ¿El qué? — estaba un poco confundida.

—La boda.

—¡Pero si no hace falta! No es más que un mero trámite, firmemos y ya está, ¿Para qué preparar nada?

—Lo siento, pero no. Es mi boda, y no puede ser cutre y aburrida.

— … … … —Fue lo único que acertó a escribir Weiwei ante tal afirmación.

*Créditos*

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