La encantadora sonrisa de Weiwei – Capítulo 4

Antes de la boda

Cuando dos personas decidían casarse, lo suyo sería conocerse un poco antes de la boda.

De modo que Weiwei pasó los siguientes días con NaiHe y su equipo. Todos ellos pertenecían al top de gladiadores, había luchado contra alguno en la arena, pero nunca llegó a interactuar con ellos más allá; así que era la primera vez que hablaban.

[El vino del mono]: ¡Jo, jo, una nueva!

[El tipo del monte]: NaiHe, ¿quién es esta criatura tan hermosa?

[La sonrisa NaiHe]: Mi prometida.

Lo dijo con tanta naturalidad que ella se quedó sin habla.

[El junco humilde]: Hola a todos ^_^

[Mozarta1]: ¡Wow, la tercera cuñada2!

[El tipo del monte]: ¡No me puedo creer que un solterón como tú se vaya a casar!

Siguieron hablando un tiempo, los felicitaron y también provocaron, hasta que uno de ellos dijo: «El nick de la tercera cuñada me suena…»

—Cierto, cierto, en cuanto lo leí también recordé algo. ¿En qué posición se encuentra en el top?

—¡Pero si es Junco! —saltó de repente Vino—. ¿No es la exmujer del Agua Real?

Tras ese comentario reinó el silencio y la atmósfera pasó a ser un tanto incómoda.

Weiwei iba a explicar que se casaron sólo por el torneo, pero antes de que pudiera NaiHe intervino:

—Incluso si confió en el tipo equivocado, no deberían culparla por ello. —Weiwei se atragantó con las patatas que comía.

Ahí comprendió que mientras jugara con él, no podía comer ni beber nada. Porque otro de sus comentarios y acabaría teniendo que tirar el portátil a la basura.

Con el tiempo averiguó que pelear a su lado era muy cómodo; trabajaban bien en equipo y derrotaban a los jefes con facilidad, a diferencia de cuando jugaba con sus compañeros de gremio. Siempre le costaba reunir a los miembros para realizar misiones y organizarse era lento y tedioso, pero con ellos derrotaron a un monstruo en cuestión de un par de minutos.

También NaiHe era increíble. Su tipo de avatar, el músico, era famoso por ser un conocedor de todo pero maestro de nada; es decir podía atacar, sanar y demás pero nunca tan bien como otros personajes. Aunque esa regla no se aplicaba a él; curaba mejor que cualquier healer, no fallaba en ningún golpe y cubría a la perfección a sus compañeros. En ese encuentro había estado jugando como healer todo el tiempo pero sacó una espada de su guqin3 y acabó con el jefe de un golpe.

Era la primera vez que Weiwei veía que ese ataque «espada de guqin» funcionara tan bien como su propia arma. Quedaba claro que el equipo de NaiHe estaba a otro nivel.

Junco ya conocía el nivel del grandmaster, pero le sorprendió ver a su mascota. Era un adorable gatito blanco, mientras la suya era un poderoso tigre, pero no debía juzgar por las apariencias, ya que el minino venció una y otra vez a su tigre.

—Cuando nos casemos deberíamos unirlos también —sugirió NaiHe.

Otro de los atractivos del juego era ese. Cuando dos personajes contraían matrimonio, si sus mascotas eran de la misma clase se podían unir. Con lo que obtenían nuevas habilidades e incluso podían procrear.

—Pero si son de distintas clases — le replicó ella.

—Aunque no lo parezca, es un tigre. Tiene una mutación que hace que se vea así —le aclaró él.

Eso explicaba las rayas en la frente del gatito. En ese caso no le dolía tanto que su mascota hubiera perdido contra él.

—¿Por qué no? Que se casen también —Weiwei se iba emocionando por momentos. El gatito estaba a nivel «dios» mientras que su tigre tenía un nivel normal, pero ella lo adoraba; lo atrapó en el bosque sola, al principio del juego. Además, si se casaban, su nivel debería subir también.— ¿Es hembra? —preguntó por si acaso.

— No, es macho.

—Pero… Mi tigre también lo es…

❀○❀○❀

La boda tendría lugar el sábado.

Esa mañana Weiwei salió temprano, como siempre, hacia la biblioteca. Se esforzaba mucho estudiando, y se ganaba algún que otro comentario de sus compañeros por su insistencia, pero no podía evitarlo. En la facultad de informática el nivel era muy alto, y no podía permitirse quedarse atrás.

Estudió hasta las cuatro de la tarde, salió a comer y a las cinco ya estaba en la residencia. Se conectó al juego pero NaiHe y su equipo todavía no estaban online, así que, cogió su espada y se fue al bosque a matar monstruos. Mientras tanto, volvieron sus compañeras de cuarto.

Compartía habitación con tres chicas más: Xiao Ling, Si Si y Er Xi, todas de su misma facultad. De hecho, eran las únicas mujeres en segundo año en informática.

—Weiwei, deja de jugar —dijo Xiao Ling, cambiándose—. A las seis hay un partido de baloncesto, los nuestros juegan contra los de bioquímica, ¡vamos!

Tras acabar con la vida de un monstruo, negó con la cabeza.

—Id vosotras, tengo algo que hacer.

—¿Algo que hacer? Déjate de tonterías, que te conozco lo suficiente como para saber que te quedarás toda la tarde jugando. Además, ¡Da Zhong me dijo que puede que venga Xiao Nai!

—¡¿En serio?! ¿Xiao Nai? —gritaron Er Xi y Si Si. Weiwei se giró emocionada.

Aunque esa era la reacción que buscaba Xiao Ling, se pasaron un poco.

—Por favor, ¡miraos al espejo! Os comportais como unas fans locas. Mirad a Weiwei, lo tranquila que está.

—Espera, espera. No me malentiendas, yo también soy una fan.

Ninguna de ellas era del tipo fan obsesiva, pero Xiao Nai era la clase de persona por la que hasta los más desinteresados perderían la cabeza.

Ese chico era el primero en todo: tenía un talento desmesurado para programar, habían ganado tres años seguidos el concurso de programación gracias a él; tocaba el guzheng; jugaba al go e incluso ganó el último torneo de natación universitario. Además, era guapo y elegante, como si la naturaleza hubiese querido crear al humano perfecto. Estaba claro que la atención que recibía era bien merecida.

Obviamente tenía muchísimas admiradoras, pero no se acercaban a él. En parte porque apenas pisaba el campus, pero su personalidad tampoco ayudaba demasiado. Era frío, distante y prácticamente no expresaba emoción alguna, por ello era difícil conversar con él.

Weiwei lo había visto alguna vez a lo lejos, y en una ocasión fue testigo de una confesión. La chica trató de entregarle una carta, pero él pasó a su lado sin dedicarle ni una mirada.

A pesar de su arrogancia, era popular entre los chicos. Sobretodo con los otros informáticos; lo respetaban mucho y circulaba el rumor de que había abierto su propia compañía, así que todos los genios de la facultad soñaban con trabajar con él. Se contaban muchas historias, y parte de esos chismes salían del profesorado. Sus padres eran docentes, uno profesor de historia y el otro de arqueología, ambos muy tradicionales y honrados, por eso sorprendía que su hijo estuviera tan metido en el mundo tecnológico. Se decía que en secundaria abrió un cybercafé junto con un pariente, en la época en la que los ordenadores no estaban en todas las casas, y amasó una pequeña fortuna, aunque nadie sabía cuánto de todo eso era cierto.

Weiwei también sentía admiración por él, varios de los programas que utilizaba fueron diseñados por él, pero ahora que estaba en cuarto curso iba a ser difícil verle.

Se fijó en la pantalla, Sonrisa todavía no estaba conectado y sólo eran las 17:40, le daría tiempo a ir a ver el partido; así que bajó la pantalla del portátil y salió con sus amigas hacía el pabellón.

Había muchísimo alboroto alrededor. Da Zhong, el novio de Si Si, las estaba esperando en la entrada para llevarlas al sitio que les había reservado.

—¿Dónde está Xiao Nai? —Preguntó Xiao Ling mientras andaban—. ¿No decías que también jugaría en el partido?

—¡Hey!, ¿viniste para verme a mí o a Xiao4? —preguntó frustrado; jugaba como defensa en el mismo equipo.

—Obviamente vine a ver a Xiao Nai —replicó Xiao Ling—. ¿Por qué vendría a verte a ti? —El resto de las mujeres asintieron y Da Zhong se tragó su resentimiento.

—Ni siquiera sabemos si realmente va a venir. Creo que pasó algo y tuvo que cambiar de planes. —Todas las chicas se decepcionaron, pero el ambiente del estadio las animó de nuevo.

Mientras todos esperaban que comenzase el partido, un muchacho bastante alto, también de la facultad de informática, se acercó a Weiwei. Estaba rojo como un tomate.

Xiao Ling y las chicas se miraron de reojo: «¡Otra vez!»

Tal y como esperaban, tras un prolongado e incómodo silencio, el chico al fin se armó de valor.

—Weiwei, si ganamos el partido, ¿saldrías a cenar conmigo?

—¿Acaso existe la posibilidad de que perdáis? —preguntó la joven.

—¡Claro que no! —replicó con entusiasmo.

—En tal caso, adelante. —Bei le sonrió como los padres les sonríen a sus hijos para animarlos.

—¡Sí! ¡Ganaremos cueste lo que cueste! —Dicho esto, se fue corriendo a calentar a la pista.

Xiao Ling, Er Xi y Si Si se quedaron un rato en silencio.

—Que chico tan crédulo —soltó por fin Er Xi.

—Odio a los hombres que te chantajean con futuras victorias —dijo Si Si.— Si le dices que no, y pierden, te echaría toda la culpa.

—Oye, nuestra Weiwei cada vez rechaza mejor a los hombres —comentó Xiao Ling, y Weiwei agachó la cabeza, avergonzada.

—No es mi culpa. Pasa que al final la cantidad se tornó calidad. —Y no le faltaba razón, porque cantidad hubo, y bastante.

*Créditos*

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